Lo saludable no siempre es lo que inconcientemente buscamos. La situación en la que chico-chica se piensan el uno al otro sabiendo que no habrá un resultado del todo feliz se repite más de lo que debiera, pero nuevamente viene mi cabeza aquella línea que dicta que si de algo estoy seguro en esta vida es de no estar seguro de nada. Hoy tras algunas chelas, chocolate en cantidades diabéticas y al borde de ser un pothead, me alegra que pueda recordar la noche de ayer con una sonrisa. Eso fue: una sonrisa.
De esas sonrisas que sientes tras ver a alguien después de mucho tiempo, sonrisa que fluye tras una cantidad considerable de idioteces, la sonrisa de la complicidad, el juego, el deseo. Una sonrisa tras el primer bocado de chocolate o el primer sorbo de cerveza. Sonrisa tras la pipa encontrada y mientras el humo va ascendiendo (y uno con él), mientras los ojos van enrojeciendo y las expresiones se tornan más graciosas. Sonrisa de verdad. Sonrisa de idiotas.
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