domingo, 17 de agosto de 2014

Green Eyes

Lo saludable no siempre es lo que inconcientemente buscamos. La situación en la que chico-chica se piensan el uno al otro sabiendo que no habrá un resultado del todo feliz se repite más de lo que debiera, pero nuevamente viene mi cabeza aquella línea que dicta que si de algo estoy seguro en esta vida es de no estar seguro de nada. Hoy tras algunas chelas, chocolate en cantidades diabéticas y al borde de ser un pothead, me alegra que pueda recordar la noche de ayer con una sonrisa. Eso fue: una sonrisa.

De esas sonrisas que sientes tras ver a alguien después de mucho tiempo, sonrisa que fluye tras una cantidad considerable de idioteces, la sonrisa de la complicidad, el juego, el deseo. Una sonrisa tras el primer bocado de chocolate o el primer sorbo de cerveza. Sonrisa tras la pipa encontrada y mientras el humo va ascendiendo (y uno con él), mientras los ojos van enrojeciendo y las expresiones se tornan más graciosas. Sonrisa de verdad. Sonrisa de idiotas.

https://www.youtube.com/watch?v=H1uwxwvm2EY

domingo, 20 de abril de 2014

Blue

Veo al espejo y no me reconozco. En vez de mí, esta un muchacho con la mirada perdida y semblante ajeno. Los rasguños y moretones en su rostro reflejan algo más que una disputa física: me muestran su propia decadencia, provocada por la duda y el miedo. Aquel muchacho ha extraviado su rumbo y le hace falta - desde hace mucho al parecer - una sonrisa, pero una verdadera, una que refleje la tranquilidad en el alma que le ha sifo reacia por más tiempo del que debería. 
No sé quién es este muchacho, pero gracias a sus ojos puedo saber que la tristeza camino a su lado, y esta no pretende ocultarse, sino que se exhibe con orgullo: ha sido albergada por una nobel alma, a la que ha pesar de haber recorrido poco, no le hacen falta más desaires. De pronto, bajo la mirada y está esbozando una sonrisa, demostrando que muchas veces el más agudo dolor puede encontrarse en un simple gesto.
Pasan los minutos y el muchacho no sale de mi espejo. Es cuando creo que la soledad se puede vivir de varias maneras, siento que emanan de él tantas preguntas, algunas que - aunque el tiempo pase - quedarán inevitablemente sin respuesta.
De pronto, comienzo a ver algo que me capta la atención: sus facciones me son familiares. 
Es ahi que veo detenidamente al espejo  y, efectivamente, creo que me reconozco.

domingo, 9 de marzo de 2014

Moon Song

Fuma lento, sin prisa, sintiendo el tenue calor del tabaco quemándose, entrando en él. A lo lejos, una luna débilmente iluminada escucha sus pensamientos, sus dudas. De cerca, otra luna produce melodías para sus oídos. Siente el frío recorrer sus tobillos, sus brazos temblando ligeramente. 
Absorve esa última pitada, lento pero continuo. La música se combina con el ruido citadino de los autos en la avenida. Retiene el humo, dándole una despedida. Siente un recorrido húmedo en su rostro y las ganas de huir se incrementan. Pero no lo hará, no más. Así que, dirigiéndole una última mirada a aquel cigarro, lo apaga con delicadeza. Apenas noto que en la colilla está inscrito un nombre. No quiere dejar libre al humo. 
Mientras va escribiendo estas líneas, me mira y puedo ver en el brillo de sus ojos que no desea huir, no puede huir más. No quiero dejarlo ahi solo, pero sé que necesita hablar consigo.
A medida que me alejo, siento la brisa que también le roza a él la cara, los brazos temblorosos, la garganta áspera. Volteo porque sé que aunque esté a pocos metros de su cuerpo, su mente está a algunos kilómetros, observando al balcón del noveno piso de un edificio, un edificio frente a la gran pared blanca. Aquel balcón que - sospecho - le pertenece al nombre escrito en la colilla de su último cigarrillo.

Al borde del muro | http://www.youtube.com/watch?v=SU6KFnGF9M8 | La luna

lunes, 3 de marzo de 2014

* .. ..... *

Y mientras más lo pensaba, más clara era para mí la validez de su duda ¿ Cuántas veces no le habrían dicho lo mismo, con diferentes palabras? y sin embargo, ahi estaba ella, con una llaga en los sentimientos más grande de lo que mis torpes palabras podían cubrir. 
Tenía el derecho de no creer tan rápido en mí: no me conocía, ni había pasado tanto tiempo conmigo como para no dejarse llevar por el primer sentimiento que la embargó cuando vió que la atracción evolucionaba: unas increíbles ganas de huir.
Pese a todo, ahi estaba yo, esperando - en el fondo - que no lo hiciera y que viniera a mis brazos, que empezaban a reclamar por su ausencia.

(Tirado viendo como se ocultaba lentamente el sol veraniego, aquí, un poquito más al norte.)

martes, 25 de febrero de 2014

() éndome

Estoy perdiendo la guerra lastimeramente. Debo confensar que, en mis vagos y nada constantes intentos por recobrar el empuje para batallarla, me he visto inmerso en el sublime placer de ver como mis fuerzas son socavadas frente a la dulzura de tu mirada y el aura de tu sonrisa.
No me malinterpretes, no esperaba - aunque soñar cuesta poco - ganar de manera triunfal y contundente; sin embargo, una masacre hostil como lo que experimenta mi orgullo en estos momentos es algo que no contemplaba. En estos momentos en los que me encuentro en una banca, frente a unos guardianes que no han dejado de verme - curiosos - desde que me dispuse a aguardarte en ella, hace treinta minutos, a ti, graciosa luchadora, que no has tenido forma más castigadora de irte que dándome una vaga esperanza de siquiera intentar llegar a tiempo para darte un fugaz beso de hasta luego.
Debe ser muy placentero sentir como, contra mi voluntad y con mi pleno consentimiento, me estoy degradando cada vez más. Algún día podré cobrarme una bien merecida venganza, aunque sea pequeña e insustancial, pues - y creo que coincidirás en esto conmigo - es preocupante el grado de insensatez que tú puedes causar en mí. 
Me entrego al abismo. Que haga de mí lo que se le antoje. Me entrego al abismo y lo hago con una sonrisa en la cara, pues sé que posiblemente, en el fondo, esté aguardándome un beso tuyo. 

Escrito 6:20 pm | Banca frente a la gran pared | My Drug - CherryFalls (over and over and over again)


domingo, 19 de enero de 2014

Carta abierta a la bailarina en mi memoria

(Escrito hace 10 días)

A la misma hora, por varios días, tocaba una y otra vez esa melodía, como si en las cuerdas de mi guitarra encontrara la otrora paz que la bailarina, probablemente sin quererlo, me había arrebatado. Repetía por largo rato aquel rito, esperando que en aquellas notas él - Sebastián - y también yo pudieramos dejarla ir.

Iban pasando los minutos y lo único que podía hacer era evocarla en mi memoria.Las luces del sendero que transitaba a su lado se iban disipando, apagándose lentamente en mi razón, mas no en lo recondito de mis sentimientos. Es así que iban acumulandose, dentro de mí, dentro de él, todos los detalles que ella irremediablemente había impregnado a lo largo de todo ese tiempo juntos. Aun podía sentir su mirada en mis ojos, su suave tacto en mis manos. La profundidad de su recuerdo era algo más honda de lo que hubiera podido imaginar.

Podía todavía recuperar de mi mente - aun cuando no quisiera - los instantes en los que era tan mía y yo definitivamente tan suyo. El modo en que se estremecía mientras la intensidad iba aumentando, cuando mis manos recorrían su bella espalda, el misterio de sus caderas, la suavidad de su sexo. En aquel mágico viaje podía ver más allá de lo que los sentidos comunes permitían, podía detectar el enigma de su alma, así como lo contradictorio entre los dos. En esos instantes, me veía sumergido en los más profundo de su intimidad y caí en la cuenta de lo hermosa que era.

Pero, así como mis manos tocaron alguna vez su bella figura, ahora ahogan el lamento en esta vieja guitarra. Así como mis ojos vieron el brillo de los suyos, ahora se mantienen, inmóbiles, en el dibujo que alguna vez ella dejo en esta, mi habitación. Y cada vez que entregue esta melodía al viento, mantendré en mi pensamiento a aquella bailarina.

Aquella bailarina que en algún momento fue mía.

http://www.youtube.com/watch?v=aPQCyQ5h4Dk