Hace un buen par de años, se podía decir a ciencia cierta que yo era el típico alpinchista-renegado. Es cierto, tenía amigos y gente que creía que era mis amigos; sin embargo, por alguna razón no sonreía mucho, me sentía muy extraño haciéndolo. Talvés haya sido por la típica etapa post-puber que te tratas de diferenciar de los otros aunque sea por mandarlo todo a la mierda. Eras diferente y eso era lo que valía.
Mi yo actual, es cierto, aún es alpinchista, pero la gran diferencia es que he aprendido a disfrutar la vida, riéndome de los tropiezos y sonriendo mucho más seguidos y a veces, sin un motivo específico. Solo por el hecho de estar ahí, vivo, con sueños, expectativas, ilusiones y también, por que no, dificultades y desafíos.
Si mi yo actual hubiera visto al yo de hace 2 o 3 años, tengo por seguro que se hubiera cagado de risa. No en el sentido burlón, sino que lo hubiera comprendido pero sabría que más tarde encontraría motivos para ser feliz.
A veces ponerte a pensar en las posibilidades de perder lo bueno de la vida, sea poco o mucho, nos hace reflexionar acerca de como nos gustaría ser recordados. Sé que suena un poco egocéntrico disfrutar la vida sólo por el hecho de que te recuerden bien, pero puedo decir sin titubear aunque no sin reir ( y eso no significa que este mintiendo) que hace tiempo se me borró ese deseo de la cabeza. Ahora he podido encontrar una satisfacción a futuro talvés un poco más recondita pero, creáme, mucho más gratificante: recordar el haberle sacado una sonrisa a alguien simplemente siendo uno mismo y saber ( ya sea por ti mismo o por la otra persona) que le alegraste el dia cuando menos lo esperaba. Es ese tipo de cariño el cual creo que casi todos buscamos, un cariño desinteresado, esporádico, y por sobre todo, con muchas risas.
Hoy puedo acostarme y pensar en lo que he hecho...y sonreír (:
No hay comentarios:
Publicar un comentario