Se acabó el ciclo. Se acabó el año. Se acabó (?) la indecisión.
Cada quien ve el fin de año como quiere. Para unos puede ser el inicio de algo nuevo; otros creeran que es momento de cerrar un ciclo. Lo cierto es que nos empotra a todos en la misma pregunta: y, ahora?
Ahora, ahora es momento para dejarse de cojudeces. Un año bastante ambiguo diría yo. Proyectos pendientes y nuevas responsabilidades que me hacen ver - cada vez más - lo mucho y a la vez lo poco que he cambiado.
Queria desde hace tiempo irme, alejarme un tiempo de esta realidad, de estos pendientes, de estas responsabilidades. Alejarme y sentirme ajeno. Alejarme y ver como pasajero todo cuanto marcó uno de los años más turbulentos que he tenido. Y llegó.
Este viaje me cae a pelo. Puede que sea la sabiduría de papa o el simple deseo de sacarme de esta ciudad tan gris. Nos vamos, me voy. Unos 3 meses alejado de todo esto, o al menos esa es la intención. Unos tres meses donde la compañía me la harán un pug inglés, un taza de café, la fiel Toshiba, el pequeño desconocido e interminables noches de nieve.
¿Qué significa este viaje? Tiempo. Tiempo para reflexionar, crear, observar, sentir, decidirse.
Chicago, querida ciudad viento, llévate en una brisa todo. Llevatelo todo.
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