jueves, 18 de abril de 2013

Long ago

Muchos creen que las relaciones están sobrevaloradas, que el hecho de estar con alguien no es más que un reflejo de nuestra propia inseguridad como personas y que podemos ser felices tan solo con nosotros mismos. 
Estos días han pasado cosas muy extrañas, hirientes, que han provocado que incremente la dosis de pastillas usual, que fume más de la cuenta, que chupe sin mucho sentido, que se me hinche la mano por andar golpeando puertas, paredes, que me interese poco o nada que un carro me pueda atropellar al andar drogado en una longboard. 
Y con todo esto me pongo a pensar a qué se debe? por qué la sufro más de la cuenta? por qué me deben estar recogiendo del suelo una y otra vez? O será que, como Tom (500DaysOfSummer), fui sobreexpuesto voluntariamente a música, libros y cultura en general que asociaban irremediablemente la felicidad con el encuentro del amor, de la pareja ideal, la media naranja y como coño se le llame. 
Pero que es esto de las relaciones? Nunca estuve en una relación seria por miedo: miedo al compromiso, a ver más allá de mí, miedo a encontrarme a mi mismo en la otra persona. Y qué ocurre cuando encuentro a la persona que me mueve el mundo, que hacia que me despierte con una sonrisa porque sabia que estaría con ella, que veria su sonrisa y sus perfectos ojos, que nos acurrucariamos y nos diriamos cosas lindas, que acariciaria su cabello como lo más hermoso que pueda haber en este puto mundo? Bueno, lo que ocurre es que yo me voy directo y a velocidad expreso a la misma mierda. Termino autodestruyendome, sufriendo, llorando, queriendo huir, tan solo huir, porque instale mucho de mi en ese futuro que no se presento, en ese presente que no era, que no era lo mismo para ambos, como yo tantas veces irremediablemente trataba de creer. 
Es ahi, cuando en medio de Vicodin y colillas de cigarro, me pregunto cuánto valió la pena? Por que no haber sabido ver o, peor aún, haber visto las señales y negarme a interpretarlas por miedo al fracaso? Hoy que termino tirado en los pastos una vez más, con un dolor de cabeza, con un fuerte dolor en el pecho y las emociones hechas trizas me pregunto que tanto he aprendido de eso, si, ante la próxima me pondré igual de estúpido, testarudo, tierno y delirante. Qué hemos aprendido, Ricardito? Bueno, tal como me lo demuestran estos días: no has aprendido un carajo.

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