miércoles, 3 de abril de 2013

The rest of my life with my people

Y la última lágrima cayó. Ni los ladrones, ni las prostitutas del lugar se le acercaban: la tristeza tiene un aura que aleja.
Recordó los miedos antes del viaje. Recordó la ilusión, pero a la vez la inseguridad, los deseos de olvidar y alejarse. Puede que no hubiera sido la primera vez, pero encender una pipa jamás habia sido tan emocionante como la vez que lo hizo con su sangre. Sentía que habia logrado encontrar un lugar en el mundo donde lo unico que importaba era la buena música y el cariño que se podia conseguir ahi, que - entre cada golpeada - las verdaderas intenciones iban surgiendo y se sintió nuevo, único, loco, relajado. Que se sintió lo más próximo a la felicidad.
Cada fin de semana eran nuevas emociones, nuevas risas que perdurarían hasta hoy en su memoria, en mi memoria. Pertenecer a algo? Eso si era raro. Siempre habia estado con un grupo de gente haciendo algo, pero le parecía que pertenecer iba más allá de eso. No pudo pensarlo tanto en ese momento, pero creyó saberlo cuando los inminentes recuerdos asomaban por su mente, golpeada por la nostalgia, la culpa y la indecisión: pertenecer era saber que nada importaba más que eso en ese momento, nada más. Era el momento de observar como el humo ascendía lentamente y formaba diversas formas en el aire y como se asentaba en su mente los recuerdos de una satisfacción y un profundo cariño.
Habían pasado ya algunos meses y aquella noche empezó a añorar lo que habia dejado: su gente. Aun con todas las contradicciones, las peleas, las frustraciones: esa era su gente, ese era su momento, esa era su ciudad. Y así cayó la primera de muchas lágrimas.

http://www.youtube.com/watch?v=X572Mp_r46E

No hay comentarios:

Publicar un comentario